Nunca me gustaron las segundas partes, la verdad, pero había que ir, que volver a ir. Teníamos que entrenar para el próximo reto-locura llamado GR10. Hay veces, que repetir una misma carrera, me sale bien, como por ejemplo la de Els Bastions, pero hoy, hoy no tenía ganas de nada. Con el frio metido en los huesos y la barriga al revés, comencé a trotar asfalto hacía arriba, buscando tocar la primera piedra y esperando que mis piernas cambiaran la pereza de esa madrugada helada por un poco de bienestar. Y es que hay veces, ya lo sabeis, que salgo con las piernas como bloques de hormigón y que poco a poco, voy recobrando las ganas de correr y de botar, pero hoy, hoy no pude encontrar esa sensación hasta casi la llegada a la meta.
No hacía más que decirle a Jose que se fuera, que me dejara, porque el trato que hicimos era que me acompañaba tan sólo hasta la salida del sol, sol que nos pillo subiendo por la loma del Carcalín; ibamos los penúltimos y la verdad es que, esos cerca de 7 km de subida, no se me hicieron muy largos. Bajamos y el primer avituallamiento y Jose no se despegaba de mi, le dije que por favor me dejara, que me estaba forzando y no me encontraba bien; pero él no me hizo caso.
Continuamos, yo iba todo el rato mirando al suelo, diciendome "que te pasa hoy, Isabel?" como no puedes estar disfrutando de esta preciosa carrera?; las lágrimas corrian mis mejillas y cabizbaja, para que Jose no se diese cuenta de mi estado anímico, seguia corriendo.
Llegamos a la segunda subida de unos 1000 metros y más pronunciada que la primera. Aunque me encontraba mal, iba adelantando a gente. Jose me preguntaba, vas bien? y yo, le decía que regular. Intentaba pisar por las huellas de sus sportivas, pero tropezaba contínuamente.
Segundo avituallamiento. En este punto, dónde las amas de casa se disfrazan año tras año para alegrar la carrera, a mi, ni una sonrisa me despertaron... cabizbaja, le dije a Jose, nos vamos? y así subimos y bajamos durante más de 30 kilómetros.
Jose miraba el reloj y me decía que ibamos mal, demasiado lentos, que entraríamos en meta a las 12 horas.
Llegamos al avituallamiento de la fuente de la Alándiga, estábamos ya en el kilómetro 32. Aqui, comencé a sentirme algo mejor. Comí un sandwich de jamón y queso y otro de nocilla y con la música de fondo, comencé a subir la senda que nos llevaría al alto de la Yerba. Punto de cierre de contro. Seguíamos adelantando a gente, un grupo de 5, otro grupo de 2, un chico suelto. Pasamos el control a las 13.30 horas, por los pelos!!! le dije a Jose.
Foto y vamos Isabel, que no llegamos y aún nos falta la mitad de la carrera.
Le pedía a Jose que no volviera a decirme los kilómetros, no soportaba más el ver como pasaban las horas y como no pasaban los kilómetros.
Así que, enfilamos la senda, una larga senda que se escondia al otro lado de la ladera, larga y ancha, pero a su vez, nada de pesada... con el paso más ligero y con un poco más de ánimos, llegamos al siguiente control y de aquí, entre pinos bajos y sendas juguetonas, al penúltimo.
Yo ya estaba algo más habladora. No hacía más que dicirle que tenía miedo a la ultima subida y un chico nos informó que había una pequeña sorpresa.
Mis piernas ya estaban algo más ligeras y digo yo, "más vale tarde que nunca, verdad?" así que, enfilamos la ultima subida, con risas y con cachondeo. Jose me decía, mira Isa, ves aquella piedra? pues hasta alli tenemos que llegar!!! madre del amor hermoso, Jose. Pero eso no está muy alto? jaaaa... para mi sorpresa, fué un tiki taka y de repente me encontré agarrada a la cuerda y subiendo por una zona nueva que habían colocado. Pues va a ser verdad eso de que había un paso de trepar? jaaaa..
Jose me preguntó si podía decirme algo y yo le dije que sí, y cual fué mi sopresa cuando me dijo:"Isa, llevamos 10 horas y 3 minutos, nos quedan unos 7 kilómetros, si aprietas, vamos a llegar a la meta antes de las 11 horas y seguramente que podrás mejorar el tiempo que hiciste en el 2011".
Uf!!! comenzamos a bajar y a bajar, saltando piedras y margenes. Llegamos casi al asfalto con la segunda sorpresa que habían eliminado la última parte de la carrera, una parte algo pesado que había entre campos a medio labrar. Yo,le conté a Jose que era lo que me pasaba, el porque hoy, no estaba feliz como suelo estarlo en las carreras de montaña. Entre sollozos, gritos y la voz ronca, le explicaba el porqué de esa tristeza. Fueron suficientes 30 segundos para soltar todo ese sentimiento de malestar; de repente ví a dos chicos de la organización que nos indicaban dirección a unas escaleras y de ahí, a un pequeño túnel. Me sequé las lágrimas y agaché un poco la cabeza, creo que los chicos se dieron cuenta que iba llorando. Bajamos por las escaleras y nos metimos en el túnel. La verdad es que ese cambio nos gustó mucho. El túnel nos saco a la parte alta de Chiva.
Y LO CONSEGUÍ!!!. Conseguí vencerme a mi misma, a esa idea que me iba recomiendo desde el km 0 hastas mas de media carrera, la idea de tirar la toalla de abandonar. Conseguí bajar en más de 12 minutos, el tiempo del 2011 y volví a entrar en meta, con una sonrisa y con un tropezón.
GRACIAS Jose, jamás podré agradecerte esas horas a mi lado, tirando de mí, aguantando mi silencio. Gracias, simplemente GRACIAS, porque aunque intente escribir aquí como me hiciste sentir, creo que no podría expresarlo... Fué todo un lujo poder compartir, a tú lado, esos sesenta y pocos kilómetros y ojála pudiera tener un paso más ligero para volver a repetir una ultra a tú lado, porque ahora, cuando haga otra, si que te echaré de menos.
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